La Opinión Independiente

Hechos En Los Hechos Que No Hay Que Dar Por Hecho (Segunda Parte)

01.01.2010 01:18

 

LAS LENGUAS Y EL PROPÓSITO DE LAS MISMAS

Uno de los hechos que más han conmovido a la cristiandad, fue el hecho de que Dios concedió el don de lenguas, al cual, en el libro de los hechos, no se le da tanta importancia como hoy día se le da en algunas sectas que opinan que, a menos que este don se manifieste, uno no puede tener certeza de su salvación o, en el menor de los casos, de la plenitud del Espíritu.

Es interesante notar que, muchas personas que en la actualidad dicen poseer este don, jamás se han detenido a estudiar en las Escrituras el propósito del mismo.

Si entendemos para qué Dios dio los dones de lenguas y cual fue el propósito del mismo, también podremos entender por qué este don no tiene propósito alguno en los días en que vivimos. ¿Será por eso que algunas sectas se niegan a hacer un estudio semejante?. Pero veamos cuales fueron las razones por las cuales este don fue manifestado:

Las lenguas fueron el cumplimiento de una promesa hecha al pueblo de Israel

Leamos la explicación que el mismo Pedro da, el día de Pentecostés, a sus hermanos israelitas: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio y oíd mis palabras. Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños ...” (Hech. 2: 14-17)

Varones israelitas, oíd mis palabras: ...” (Hech. 2:22)

Varones hermanos ...” (Hech. 2: 29)

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” (Hech. 2: 36)

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos nuestro Dios llamare.” (Hech. 2:39)

Estos son fragmentos extraídos del discurso de Pedro. Yo extraje los fragmentos que quería que usted notara. Las negritas son mías, puestas con el propósito de que usted note que, aunque Pedro habló a todos los habitantes de Jerusalén, el discurso fue dirigido mayormente a los judíos. ¿Cuál era la razón? pues porque la promesa a la que Pedro hace referencia, y que se encuentra en Joel 2: 28 al 32, está claramente dirigida a Israel.

Es más, comparemos la profecía de Joel con lo que Pedro dijo. Pedro dice que “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna se convertirá en sangre, antes de que venga el día del Señor grande y manifiesto” (Joel dice “Grande y espantoso de Jehová”) Es obvio que ese día aún no llegó. Pero luego dice Pedro:  “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hech. 2:21), que por lo que dice Romanos 10:13, podemos decir que corresponde al tiempo en que estamos viviendo. Si leemos los versículos que anteceden a la profecía de Joel, la Biblia dice: “Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro, y mi pueblo nunca jamás será avergonzado. Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne ...”, etc. Por lo que podemos apreciar, la profecía de Joel que Pedro cita tendrá cumplimiento completo a partir del día en que Israel no sería nunca más avergonzado. También dice que el Espíritu sería derramado sobre toda carne (esta frase no admite excepción) y sabemos que esto aún no pasó, porque el espíritu es derramado solamente sobre aquellos que aceptan a Cristo (Efe. 1:13). Por lo tanto, podemos decir que el Espíritu Santo guió a Pedro a tomar una profecía del libro de Joel, para explicar que la misma estaba comenzando a tener cumplimiento o, en todo caso, explicar que lo que estaba pasando era una anticipación de lo que pasaría. Por lo que el Espíritu Santo dice en hechos 2 a través de Pedro, podemos concluir que la profecía de Joel ha tenido cumplimiento en parte, y ese cumplimiento se puede ver a lo largo del libro de Hechos por las visiones y sueños que apreciamos. Pero aún no se habrá cumplido toda la profecía hasta que se quite la afrenta del pueblo de Israel para siempre.

Por lo tanto, el don de lenguas, las visiones, profecías (desde el punto de vista de la predicción) y los sueños, son profecías cumplidas en el libro de los Hechos, pero relacionadas exclusivamente con el pueblo de Israel. Las lenguas fueron dadas, porque fueron una promesa hecha al pueblo de Israel.

Las lenguas fueron dadas porque fueron una señal para el pueblo de Israel.

Esta es otra de las razones por las que las lenguas fueron dadas, y así lo entendieron los primeros cristianos y aún los judíos no cristianos. Esto lo notamos en la declaración que dice: “Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose uno a otros: ¿qué quiere decir esto?”. (Hech. 2:12)

Las lenguas y las señales, ¿que son “señales” en la Biblia?

Es importante dejar acentuado qué es lo que se entiende en la Biblia por “señal”: En primer lugar, una señal es un hecho portentoso y sobrenatural. Por ejemplo, los milagros de Jesús, fueron llamados señales (Juan 2:11) las cuales señalaban la naturaleza Divina de Cristo.

Las lenguas fueron dadas por señal: “Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.” (I Cor. 14:22), pero ... ¿Qué es lo que señalaban?. En primer lugar, las Escrituras dicen que las lenguas son por señal a los incrédulos, por lo tanto podemos decir que las lenguas señalaban o indicaban algo a los incrédulos. Veamos que:

El día de Pentecostés, las lenguas indicaron que ya habían recibido la “promesa del Padre”, pero indicaron a una multitud de incrédulos, que el mensaje de Pedro estaba siendo avalado por el mismo Dios de Israel. También fueron dadas para que los judíos que procedían de “todas las naciones bajo el cielo” (Hch. 2:5) pudieran comprender todas las maravillas de Dios. (Hch. 2: 6-11)

En la casa de Cornelio, Los judíos no creían que el evangelio podría pertenecer también a los gentiles (no judíos) por lo que la señal de las lenguas, señalaron a los judíos que el evangelio también era dado a los gentiles. Para entender esto es necesario leer Hechos 10: 1-11:18. “Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo:“¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hch. 11:18)

En el caso de los doce hombres de Efeso, Éstos fueron rebautizados por Pablo y, luego de imponerle las manos, comenzaron a hablar en lenguas. Indudablemente esto confirmó a estos hombre que tanto el rebautismo de Pablo como su mensaje, habían sido de aprobación Divina.

Notemos que en todos estos casos, las lenguas están relacionadas con los judíos y, en todos estos casos, les señala a los judíos que Dios está aprobando un mensaje o un hecho ocurrido. Se confirma que las lenguas son una señal al pueblo de Israel, por lo que Pablo dice hablando de este tema: “En la ley está escrito: “En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aún así me oirán, dice el Señor.” (1ª Corintios 14: 21) la profecía se encuentra en Isaías 28: 11,12; y se refiere a la tribu de Efraín, como parte de unas amonestaciones al pueblo judío.

¿Notó que en todo el libro de hechos, solamente se nombra tres casos en los que el don de lenguas fue manifestado?. Por lo que yo puedo ver, el don de lenguas no es el tema central de este libro ¿no le parece?. ¿Por qué será que sí es el tema central de muchos carismáticos? Ahora vamos a pasar a describir qué fueron las lenguas.

QUE FUERON LAS LENGUAS EN LOS HECHOS

Los hechos narrados, demuestran que las lenguas en el libro de los Hechos, fueron idiomas no solo conocidos, sino también reconocidos. La palabra “lengua” traducida en la Biblia es “glossa” y siempre se refiere a idiomas o lenguas humanas. Algunas personas leen 1ª Corintios 14:4, y dicen que esto hace referencia a “lenguas angelicales”, pero el contexto nos hace ver que Pablo se está refiriendo a idiomas (I Cor. 14:10). Veamos lo que dice Pablo: “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica.” Pablo se refiere a un lenguaje extranjero, y es lógico que se edifique así mismo ya que los demás no lo pueden entender.

La evidencia que hay en el libro de Hechos de que las lenguas son idiomas humanos y reconocibles, se encuentra en Hechos 2: 8-11. Algunos tratan de decir que las lenguas en la casa de Cornelio fueron “lenguas angélicas” porque no se las describe, pero leamos la explicación de Pedro en Hechos 11:15. “Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.” Es natural creer que “al principio”, se está refiriendo al día de Pentecostés, ya que ésta es la segunda manifestación de lenguas luego de ese día; y en el día de Pentecostés, se hablaron idiomas humanos perfectamente reconocidos. Finalmente tenemos en Hechos 19:1-7 las lenguas descriptas como “glossa” es decir, “lenguas humanas conocidas”. ¿Es posible creer que si aquí, la manifestación del don de lenguas hubiera sido diferente al día de Pentecostés, Lucas, igualmente, no lo hubiera tomado en cuenta? Yo creo que Lucas se hubiera encargado de hacernos notar la diferencia, por lo que no es justo que tratemos de poner en “boca de Lucas” algo que él no dijo ni escribió. Recordemos que el libro de Hechos es esencialmente histórico y que, si hubiera habido un caso de “lenguas angelicales” hubiera sido un hecho histórico digno de mencionarse.

COMPAREMOS

Hagamos un pequeño alto, y comparemos lo estudiado sobre las lenguas con lo practicado por los carismáticos:

LA BIBLIA

LOS CARISMÁTICOS

Las lenguas fueron lenguas humanas

Las lenguas son jeringonas que nadie puede identificar como un idioma humano conocido.

Las lenguas fueron para los judíos

Las lenguas son para todo el mundo

Las lenguas fueron dadas por señal (hecho sobrenatural)

Lo natural entre los carismáticos es hablar en lenguas.

Las lenguas en la Biblia, son una cosa

Las lenguas entre los carismáticos, son otra cosa.

EL FINAL DE LAS LENGUAS

Hay profecías en la Biblia que tienen carácter permanente, y otras que tienen carácter transitorio, lo mismo sucede también con algunos dones de la Biblia.

Muchas personas leen lo sucedido en el libro de Hechos, y dan por hecho que las lenguas tienen un carácter permanente, pero esto no es así. ¿Cómo sabemos que no es así?. Porque la Biblia no termina en el libro de Hechos. Veamos lo que dice 1ª Corintios 13: 8-10: “el amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.” Es importante entonces determinar qué quiere decir “lo perfecto”, porque la venida de esto es lo que determinará el fin de las lenguas:

Algunas personas insisten en que “lo perfecto” es la venida de Cristo o Cristo mismo, pero esto no puede ser porque el pronombre “lo” se utiliza, en este caso,  para señalar un objeto o cosa, y no un acontecimiento o persona. Cristo sería “el perfecto” y su venida no es un objeto sino un evento que comúnmente llamamos “la segunda venida”. Además, la palabra griega para “lo perfecto” tiene el sentido de “madurez” o “completo”, lo que da a entender que había algo en proceso de maduración, en aquella época, que acabaría cuando se completara. ¿Existe en la tierra alguna obra terminada que podemos decir que es perfecta? Leamos lo que dice la Biblia: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma” (Sal. 19:7). En aquellos días necesitaban profetizar en parte, avalar el mensaje con señales y milagros; sueños y revelaciones, porque conocían en parte debido a que nadie tenía una guía fiel más que los hechos sobrenaturales. Pero cuando los apóstoles comenzaron a escribir sus cartas y éstas a ser leídas en las iglesias, comenzaron a tener por escrito las doctrinas que solamente se sabían a viva voz. Luego vinieron personas que trataron de desacreditar o distorsionar esas cartas y hasta los mismos Apóstoles tuvieron que advertir a las personas. Pablo dijo: “... no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca”. ( II Tes. 2:2)

Entonces, lo perfecto, es la Palabra de Dios, la cual en los días de los Apóstoles estaba en proceso de escribirse. Pero cuando las Escrituras fueron terminadas, estos dones fueron desapareciendo.

¿Por qué se le sigue dando tanta importancia en algunos círculos a este don?

Yo creo que se debe a que es el más fácil de imitar, es el que más impresiona a las personas que buscan una experiencia religiosa, y porque mediante técnicas muy sencillas, cualquiera podría ejercitarlo. Pero queda claro que no deja de ser solamente una burda imitación de lo que la Biblia describió como el don de lenguas; es decir, la habilidad de hablar en otro idioma que nunca se había estudiado, con la finalidad de dar una señal que confirme algo de parte de Dios. ¿Qué mensaje necesitaríamos que Dios nos confirme en vista de que contamos con la Palabra profética más segura? “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;” (2 Pedro 1:19)

Pero existe un hecho, en el libro de Los Hechos: fue el don de lenguas, el cual terminó con la culminación de la Palabra de Dios. Es un hecho probado en la actualidad que el don de lenguas practicado por los grupos carismáticos o renovados, dista mucho de ser el descripto por las Escrituras. Otro hecho importante que cabe destacar es que queda claro que nadie necesita hablar en lenguas para madurar en la fe, porque “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16,17).


LOS MILAGROS EN LOS HECHOS

Así como las lenguas tuvieron un propósito, los milagros que ocurrieron en el libro de Los Hechos, también. Sería desconocer el poder y sabiduría de Dios, pensar que el Señor hace las cosas sin un propósito definido. Todo lo que Dios ha hecho, hace y hará, se encuentra enmarcado dentro de una planificación que conlleva a un propósito definido desde la eternidad. Ese es el Dios que adoramos y el poder omnisciente que ostenta. (Mat. 13: 34,35; 25:34; Efe. 1:4; I Pe. 1: 18-20)

Con referencia a los milagros que describe el libro de Los Hechos, debemos tratar de entender que cada uno de ellos fue magnífico, único e increíblemente sobrenatural. Fueron irrefutables e irrepetibles. Debemos admitir que esta época que describe Lucas, y que abarca desde hechos 2 hasta el capítulo 28, fue una época de increíbles milagros y señales que jamás se repitieron nuevamente. Veamos el primer milagro que registra el libro de Hechos por mano de los Apóstoles y analicémoslo para comprobar el común denominador de estos milagros y la poca similitud que tiene con los supuestos milagros que muchas sectas se acreditan, entre ellas los Católicos, Pentecostales, Asambleas de Dios y las pertenecientes al movimiento carismático y renovado.

En Hechos 3: 1-10 podemos leer el siguiente relato:

“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.” Ahora veamos algunas características de este milagro:

1. Debido a lo espectacular del milagro la gente se llenó de asombro y espanto. (v.10)

2. La persona sanada fue alguien conocido por todos.

3. La persona sanada era coja de nacimiento y durante años todos la habían visto. (10)

4. La persona sanada no pidió que la sanaran. (v.5)

5. La sanidad de la persona no dependió de su fe, porque no sabía que la iban a curar. En cuanto a este punto, quiero destacar que nunca, en el libro de Los Hechos, una sanidad milagrosa ha dependido de la fe de la persona que Dios utiliza para mediar la sanidad, ni de la persona que recibe la sanidad. Como prueba de esto basta ver Hechos 5: 12-16, donde el versículo 16 deja entrever que Pedro no podía manejar la situación: “Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.” El hecho de que todos eran sanados, muestra que nadie dependía de la fe de nadie, sino del poder y el querer sanar, de Dios. Veamos también la siguiente cita bíblica: “Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.” (Hechos 19:11,12). Note que muchas personas eran sanadas sin que Pablo se enterara de esto.

6. La persona sanada alabó a Dios públicamente. Este es un común denominador en las sanidades, no solamente de los discípulos, sino también de Cristo (Luc. 13:13)

7. El milagro fue comprobado y no pudo ser refutado  (Hech. 4: 14-16)

8. La persona no recibió una sanidad parcial ni paulatina. Inmediatamente la persona comenzó a saltar y caminar. Esto es impresionante, teniendo en cuenta que jamás en su vida lo había hecho.

Si hacemos un repaso de todos los milagros efectuados por los Apóstoles y siervos de Dios en el libro de Los Hechos, nos daremos cuenta que fueron tantos, que Lucas se vio forzado a expresarse en frases tales como: “muchos venían”, “Todos eran sanados”, “Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;” (Hechos 8:7), etc. Indudablemente fue una época distinta que jamás se volvió a repetir. Sanidades milagrosas como la de este hombre cojo, resurrecciones, inmunidad contra la picadura de serpientes, muertes sobrenaturales, terremotos para liberar presos de las cárceles, aparición de ángeles para auxiliar a los siervos de Dios, etc. Son cosas que jamás se volvieron a repetir de la misma manera.

¿Para qué sirvieron estos milagros?

En primer lugar, debemos destacar las palabras de los sacerdotes que arrestaron a Pedro y a Juan, los cuales definieron estos milagros de la siguiente manera: “¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar.” (Hech. 4:14) Ellos reconocieron que se encontraban ante una señal que quería decir algo. Estas señales fueron tan elocuentes que en otra oportunidad, Gamaliel, un doctor de la ley, dijo a los sacerdotes judíos que tanto odiaban a los cristianos: “Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.” (Hech. 5: 38,39) Igualmente, los creyentes reconocieron estos milagros como señales. (Hech. 4:30)

Entonces, estos milagros fueron señales que, al igual que el don de lenguas, señalaban algo. Veamos qué fue lo que señalaron:

1. Confirmaron el mensaje predicado. Hechos 14:3 : Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.

2. Para confirmar la gracia de Dios a los gentiles. Hechos 15:12: “Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.”

3. Para confirmar a Pablo como Apóstol genuino de Cristo. 2 Corintios 12:12: “Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros.”

4. Para mostrar que el mensaje predicado era aprobado por Dios. Hebreos 2:3,4: “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.”

Para entender correctamente la necesidad de milagros, debemos situarnos en el momento histórico en el que estaban ocurriendo. Pablo aún no se había convertido, sus cartas aún no se habían escrito. No existía ningún escrito, ni de los apóstoles ni de nadie. Cristo había sido muerto hacía poco y los creyentes no contaban con ningún tipo de respaldo popular. Teniendo en cuenta que durante miles de años los líderes judíos habían sido vistos como los genuinos guías espirituales de la nación, ¿cómo sería posible llevar este mensaje de salvación a todo el mundo convenciendo a todos de que esto era de Dios? ¿Debería la gente confiar en la palabra de unos pescadores y de un grupo de hombres que, días atrás, habían huido cobardemente dejando a su líder morir en la soledad de la cruz?

Sin lugar a dudas, fue necesario los milagros para respaldar con estas señales a los Apóstoles y, aunque también otras personas hicieron señales, la Biblia muestra que los milagros fueron una característica casi exclusiva de los Apóstoles (Mat. 10: 1-4; Hch. 4:33; 5:12; 14:3,4), porque aunque también otros que no fueron Apóstoles se les permitió hacer milagros (Hch. 6:8; 8:13), la Biblia llama a estas señales “señales de Apóstol” (II Cor. 12:12).

¿Se terminaron los milagros?

En ninguna parte de las Escrituras encontramos que los milagros se terminaron. Solamente encontramos los propósitos por los cuales, los milagros ocurridos en el libro de Los Hechos, existieron. Examinando estos propósitos, nos damos cuenta de que hoy día, estos milagros ya no tienen razón de ser.

Decir que los milagros no existen, es limitar a nuestra corta opinión el poder de Dios. Pero lo evidente aquí, es que nunca más existió un período de tiempo en la historia en que los milagros extraordinarios que describe el libro de Los Hechos, prevalecieran.

Debemos tener en cuenta que los milagros que describe este libro de la Biblia, nunca fueron hechos para que la gente creyera, sino para apoyar el mensaje Divino predicado por los Apóstoles. De hecho, Cristo se negó a ofrecer ningún tipo de señal para que crean en él, salvo la de su resurrección. (Lc. 11: 29-32) aludiendo que “la generación mala y adúltera demanda señal”. Cuando Cristo se apareció resucitado ante el incrédulo Tomás, le dijo: “...  Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. (Jn. 20:26)

Ya se han documentado todas las señales que Dios quería que nosotros creyéramos, y esas señales están descriptas en la Biblia. Buscar más milagros con el solo propósito de creer u obtener un beneficio personal, equivale a contradecir toda la enseñanza del Nuevo Testamento con referencia a los milagros. “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Juan 20:30,31) 

 

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