La Opinión Independiente

El Pensamiento de Dios sobre el Discipulado Bíblico (Segunda parte)

01.01.2010 01:11

El Discípulo Desde El Punto De Vista De La Vida Humana

 

Cuando Adán y Eva fueron creados a imagen de Dios, el Señor les hizo un encargo: Ellos debían multiplicarse y llenar la tierra. Sólo eso. Ellos debían vivir la vida humana pues sus vidas inevitablemente estarían reflejando junto a la creación (Salmo 19)  la gloria de Dios. Sin embargo el hombre cayó en pecado y el Señor destruyó al mundo por medio de las aguas (2 Pe. 3:5,6) Cuando Noé salió del arca Dios le dio la misma encomienda que a Adán y a Eva (Gén. 9:7) “Multiplicaos”. Pero el hombre fracasó nuevamente y el Señor tuvo que desparramarlo sobre la tierra confundiendo su lengua. (Gén. 11). Al llegar a Gén. 12, vemos que Dios le quita la responsabilidad de “reflejar la gloria de Dios” a la humanidad y elige a un hombre (Abraham) a través del cual el plan de Dios para la humanidad llegaría. Observen lo que Dios le dijo a Abraham: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”  Ahora Dios establece una nación, pero ésta fracasa al igual que el resto de la humanidad. ¿Cuál fue el problema? El problema fue que el hombre cayó en la esclavitud del pecado. El establecimiento de la nación judía probó que el hombre necesitaba ayuda externa si es que habría de liberarse del pecado para llevar adelante el plan original del Señor. (Hbre. 10:1) por lo tanto, Dios proveyó un mejor sacrificio (Hbre 10:4; 9:13,14) y un nuevo linaje sacerdotal (Hbre 5:5,6) pues ahora tenemos un mejor pacto establecido sobre el linaje de un sacerdote indestructible basado en mejores promesas (Hbre 7: 15-28). Así que la gran Comisión lleva implícita la misma orden que Dios le dio a Adán y a Noé. La misma promesa que Dios le hizo a Abraham “…Te multiplicaré en gran manera” (Gn. 17:2) veamos lo que Cristo dijo: “por tanto id, y haced discípulos…” Debemos ir por todo el mundo haciendo discípulos. En otras palabras. “…os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Jn 15:16). El patrón bíblico para la reproducción, no es la suma, sino la multiplicación. ¿Y cómo nos multiplicaremos? Mediante lo que el Señor llamó “haced discípulos”. Si queremos entender este proceso de multiplicación de una manera más profunda, entonces lo que debemos hacer es comparar este proceso a algún proceso de multiplicación que encontramos en la creación de Dios. Lo correcto entonces, es compararlo con la procreación humana.

El Nuevo nacimiento (Jn. 3) es el proceso con que Cristo describe la entrada al mundo espiritual, de una persona espiritualmente muerta (Efe. 2:1; 1 Pe. 1:3). Así que a partir de esta expresión usada por Cristo, es que ya podemos definir el Evangelismo en relación con el discipulado. El Evangelismo es la transferencia de vida espiritual de una persona a otra, mientras que el discipulado es la transferencia de madurez espiritual de una persona a otra.

Notemos que no puede haber discipulado sin evangelismo, porque sólo se puede discipular a una persona evangelizada;  sin embargo sí puede haber evangelismo sin discipulado. Esto es lo que quiero puntualizar, porque muchas personas han caído en la trampa de Satanás de creer que Dios nos está pidiendo que evangelicemos. Claramente la Biblia dice que debemos hacer discípulos. Si sólo estamos evangelizando, entonces no estamos cumpliendo con la “Gran Comisión”.

La procreación del Discípulo: Si cuando una persona se salva del infierno, se le dice que ha nacido de nuevo, entonces lo que debemos entender es cómo es que el discípulo logra procrear. Para esto basta observar cómo es que el ser humano se procrea correctamente. Lo hace en la intimidad de una relación amorosa. La intimidad da como fruto la concepción de un nuevo ser humano. Lo interesante es que mientras los esposos están intimando, no están pensando en que quieren concebir un hijo, sino que están disfrutando de los sentidos que el Señor les ha dado para dicho fin. Espiritualmente hablando, lo mismo debe ocurrir con el discípulo, la “procreación” espiritual se da en el marco de una intimidad gozosa y disfrutable entre él y su Dios. Cuando el discípulo llega al “clímax” de dicha relación, es imposible que no procree, porque la Vida de Cristo, inevitablemente se abrirá paso allí, en el lugar donde se encuentre, en el trabajo, en la escuela o, incluso, en la cárcel. (Filemón 10). Dios lo dispuso así, la vida de Jesucristo debe “transferirse” de una vida humana a otra vida humana (1 Pe. 1:12). Si no hay Vida en la persona, no será posible la “multiplicación”.

La Procedencia del Discípulo: El Discípulo no es la persona evangelizada. Notemos que el pueblo de Israel es el pueblo de Dios, sin embargo Dios hace una distinción entre el pueblo y sus discípulos. (Isa. 8:16). De la misma manera, notemos que no todos los que fueron tras Jesús fueron considerados discípulos. (Luc 14: 25-33) por lo tanto debemos asumir que aunque un grupo considerable serán salvos, no todos los salvos querrán ser discípulos del Señor. Así que los discípulos proceden del grupo de las “nuevas criaturas” pero no todas ellas querrán ser discipuladas. Un discípulo es un niño que busca ser alimentado por un padre. Un joven que desea ser enseñado por un maestro. Un hombre que desea tener una familia y vivir con metas claras. Sin lugar a dudas, el discípulo procede del grupo de los nuevos convertidos, pero lamentablemente, no todos querrán ser alimentados. (Jn. 6:66)

La Paternidad del discípulo: Cada discípulo debe tener un Padre (1 Cor 4:15), sin embargo, así como existen en la vida, muchos padres abandónicos, espiritualmente también. Lamentablemente muchos creyentes piensan que su obligación como creyentes es “tener hijos” y que otro se encargue de ellos. Sin duda la gran mayoría de nosotros pensaríamos que hacer eso nos convertiría en personas irresponsables. Sin embargo eso es lo que muchas veces hacemos cuando vamos a lo loco tratando de “sacarle” una “profesión de fe” a los incrédulos para luego olvidarnos de ellos. Así como el Padre debe ocuparse de los hijos, cuando nacen, aquellos discípulos que tienen hijos espirituales, deben ocuparse de ellos. Por lo tanto, el discipulado, es comparable al proceso mediante el cual criamos y enseñamos a nuestros hijos a… ¿Qué estamos haciendo cuando permitimos que nuestros hijos vivan con nosotros? ¿No los estamos preparando para la vida? ¿No les estamos enseñando a criar hijos y tenerlos? ¿No está implícito todo eso y más en nuestra crianza? Lo mismo debemos hacer con nuestros discípulos. Debemos prepararlos para la vida en Cristo. Queremos que ellos se conviertan en padres responsables de sus hijos.

El Desarrollo Del Discípulo. Cuando mediante nuestra profesión y testimonio, otra persona llega a creer el Evangelio y “nace de nuevo”, se dice que ha sido evangelizada. Y al igual que el ser humano pasa por diferentes etapas en su desarrollo, esa “nueva criatura” hará lo mismo en su aspecto espiritual. Veamos esas etapas:

1.      Una Nueva criatura: (2 Cor 5:17) Así como cuando recién tenemos un bebé no le damos a comer cualquier cosa. Lo mismo hacemos con el bebé. ¿Qué podemos espera de un bebé? No mucho. Si queremos que viva, debemos cambiarlo cuando se ensucie, alimentarlo cuando lo necesite y acunarlo con una “nana” para dormirlo. ¿Por qué no le hablamos al bebé acerca de sus responsabilidades de padre? Obviamente porque no puede entenderlas. Por lo tanto, ahí tenemos las características de una nueva criatura:

a.       El Espíritu Santo se hace patente en él: Lo notamos porque su actitud frente al pecado cambia. (1 Jn. 3:9; 5:18)

b.      Pide que le den de comer: Mantiene un celo por aprender cada día más sobre las cosas de Dios. (Mt. 4:4)

c.       Cada vez que se ensucia, piden que lo cambien: Es decir, cada vez que comete un pecado, con preocupación acude a su padre espiritual y le pregunta qué hacer. Mantiene una dependencia con la persona que lo guió a Cristo.

d.      No es capaz de entender: Le resulta muy difícil comprender cosas espiritualmente muy profundas, ¿Necesitamos un versículo para corroborar esto? Yo creo que no, estamos hablando de un bebé espiritual. ¿Cómo le vamos hablar de reproducirse, de ofrendar, etc? Lo que ellos necesitan, es reconocer el amor de Dios en sus vidas. Dejemos que disfruten de eso lo más posible (1 Jn. 4:7), ya van a crecer, van a convertirse en niños, y van dejar de querer que los abracen. Por el momento gocémosnos por el milagro que el Señor ha hecho al darle vida a través nuestro, por medio de un nacimiento espiritual (Jn. 3:6; 16:21)

2.      Un Niño: Luego se convierte en un niño espiritual, ¿Cómo nos damos cuenta que ha entrado a esta etapa? Por supuesto que por las siguientes características bíblicas:

a.       Su carnalidad: (1 Cor 3: 1-3) En esta etapa el niño espiritual se caracteriza por su carnalidad. Esa carnalidad se puede medir en la siguiente actitud: “Andáis como hombres”. En esta etapa es importante que le alimentemos con “leche espiritual no adulterada” Debemos enseñarle al discípulo que él debe desechar estas actitudes y desear esta leche, si es que quiere crecer. (1 pe. 2:1).

b.      Tiene la tendencia a volver a esclavizarse al pecado del cual huyó: (Gál. 4:1-11) La persona necesita entender que debe dejar de pensar como lo hacía antes (1 Cor. 14:20) en otras palabras, el debe morir a sus pensamientos (2 Cor. 10:5) y pensar y hacer las cosas del Espíritu (Ro. 8:5,6; Fil. 4:8,9) pues su meta es llegar a tener la mente de Cristo. (1 Cor 2:16)

c.       Cuestiona constantemente a su discipulador: Esto lo hace en su etapa de transición hacia la “adolescencia espiritual”. Es importante que en esta etapa, constantemente se le recuerde que él debe sujetarse al discipulador tanto como al Pastor de la iglesia (1 Tes. 5: 12,13; Efe; Hbre 13:17) ¿Por qué debe hacerlo? Porque la Biblia lo dice y el decidió morir a sus deseos para que Cristo tome control de su vida. (Gál 2:20)

3.      Un “hijito”: En esta etapa se vuelve un poco cabeza dura o caprichoso, a veces se niega a “comer” y debe ser obligado mediante diferentes técnicas de motivación; sin embargo, acepta los concejos de su discipulador pues ya lo ha adoptado como su padre espiritual (independientemente de que si el discipulador lo guió a Cristo o no) Su discipulador puede llamarlo “hijito” e incluso tratarlo como tal sin que el discípulo se enoje. (Jn. 13:33; Gál. 4:19; 1 Jn 2:1). Otra de sus características:

a.       Ellos ya conocen al Señor: Son plenamente concientes de que sus pecados han sido perdonados y ya han experimentado el poder de Dios en su vida mediante oraciones contestadas. Ya van en camino hacia la maduréz espiritual. (1 Jn. 2: 12,13)

b.      Deben ser alentados: En esta etapa hay que alentarlos a permanecer en el amor de Dios. Esa es una característica de su inmadurez: En medio de los problemas, todavía necesitan acudir a su papá (discipulador). Por lo tanto, hay que alentarlos a permanecer en Cristo. (1 Jn. 2:28)

c.       Son susceptibles de caer en engaños: Como cualquiera de nuestros hijos pequeños, aún conservan la inocencia de aquellos niños que no saben que hay gente mala. Es nuestro deber advertirles contra los engaños de Satanás y de “hermanos” que tratan de desviarlos del verdadero camino hacia la madurez espiritual. (1 Jn. 3:7; 5:21)

4.      Un Joven: Luego pasan a su “adolescencia espiritual”. Esta etapa es muy difícil por las características de la misma:

a.       Creen que saben más que su discipulador: (1 Cor 4:8) Todo lo cuestionan, sin embargo no está mal que lo hagan en un espíritu correcto. Cuando se revelan contra la autoridad del discipulador sin causa, es necesario guiarlos a una actitud de arrepentimiento y, de no ser posible, interrumpir el discipulado por un tiempo y dejar que el Señor trate con él. Es una etapa difícil, donde los “dolores de parto” se hacen sentir.

b.      Son fuertes y pueden luchar contra Satanás: (Prov. 20:29; 1 Jn. 2: 13,14) Ellos quieren hacerlo todo y ya, porque tienen ese vigor espiritual propio de la juventud. Notemos que “la Palabra de Dios esta en ellos”. Estos Jóvenes bien dirigidos, pueden convertirse en una fuerza de choque espiritual muy temible para Satanás. Sin embargo recordemos que no han llegado a la madurez y no se los puede dejar solos en el “campo de batalla” porque podrían llegar a matarse entre ellos. Debemos dirigirlos y enseñarles que ellos no están sólo para “procrear” sino también para hacerse cargo de sus propios hijos si van a tenerlos.

c.       Son imprudentes: (Tito 2:6) Por lo tanto, debemos enseñarles a ser prudentes. Muchas veces vas a notar que tu hijo espiritual te lleva tanto tiempo y trabajo criarlo como tus hijos carnales. Deberás a veces, hasta enseñarles buena educación. El marco del discipulado bíblico sirve para esto. No se le da una clase de prudencia, simplemente se les recuerda lo que ya vienes enseñándole desde su juventud.

d.      Son autosuficientes, ansiosos y soberbios: (1 Pe. 5:4-8) Es por esto que les cuesta sujetarse a la autoridad. Casi constantemente hay que recordarles que deben respetar la autoridad y vencer la ansiedad sometiéndose en humildad bajo la poderosa mano de Dios. (Hbre 13:17) Debemos enseñarle a hacerlo, muchas veces, acompañándolos en oración.

5.      Un Padre responsable: En esta etapa ya podemos decir que ha alcanzado la madurez espiritual necesaria para procrear. He aquí las características de esta etapa:

a.       Conocen a Dios: (1 Jn. 2: 13,14) han desarrollado una convicción muy fuerte en cuanto a la existencia de Dios y un conocimiento muy personal y bíblico del mismo. Han Pasado el “punto de no retorno”. No sólo conocen a Dios, sino que ahora querrán multiplicarse pero lo harán de manera responsable. Ellos mismos querrán criar y educar a sus hijos. (Stg. 3:1; Hbre 5:12; Efe. 4:11,12)

b.      Reconocen su posición: Ellos al madurar, reconocen que su discipulador aún tiene el derecho de corregirles en la crianza de sus hijos, pues parte de su madurez es aceptar la autoridad frente a su discipulador y a las personas que el Señor puso en autoridad sobre él. (Lev. 19:32; Ro. 13:1; Lc. 6:40) Una convicción profunda de quien ha alcanzado madurez es el deseo de “comer alimento sólido” el discipulador debe estar preparado para enseñarle cómo obtenerlo. (1 Cor. 2:6,7; Hbre. 5:14)

6.       Un Maestro espiritual: Claramente esta es una etapa en su crecimiento espiritual. Un Maestro es un discipulador. (Lc. 6:40) y se espera que cada discípulo llegue a ser un maestro (Hbre. 5:12) ¿Cuáles son las características del maestro?

a.       Entiende que el maestro no se constituye a sí mismo: (Stg. 2:1; 1 Cor. 12:28) Dios es quien lo constituye y se evidencia por sus frutos y la aprobación de los líderes de la iglesia.

b.      Entiende que el único Maestro debe ser Cristo: (Mat. 23:1-12) Un maestro no ostenta dicho título sino que dirige la gloria del mismo hacia Cristo. El maestro está para servir y no para ser servido por su discípulo (Jn 13: 12-15). Un maestro toma tiempo de su vida y lo entrega a su discípulo. En cierta forma hace lo que Cristo hizo: da su vida por el bien de otros.

7.      Un Anciano: (1 Tim. 5:1; 19; 1 Pe. 5:5) Un anciano es alguien respetado dentro de la iglesia por su trayectoria y testimonio espiritual. No estamos hablando de edad (aunque casi siempre va acompañado de la misma) sino de madurez espiritual. Un anciano espiritual cumple la misma función que debería cumplir en la familia. Cuando somos niños acudimos a nuestro papá ante cualquier problema, sin sospechar que nuestro papá, muchas veces debe consultar con su papá (el abuelo) algunos asuntos y, a veces, el abuelo pasa tiempo con su propio padre (bisabuelo). ¿por qué? Porque el más anciano es “el último eslabón de la cadena” Cuando el bisabuelo y el abuelo mueren, el último eslabón (la persona a quien se la va a consultar) será el padre, por ser el más anciano. Ese es el proceso natural y, de la misma manera, se da en la iglesia. ¿Cómo identificamos a los ancianos?

a.        Un anciano ejerce un “gobierno”: (1 Tim. 5:17) Notemos que no todos los ancianos trabajan en predicar y enseñar, pero se sugiere que éstos últimos deben ser tenidos en cuenta como dignos de doble honor. Todos son dignos de doble honor, pero los que trabajan en la predicación y en la enseñanza más. En cierta forma los ancianos ejercen gobierno por influencia en sus discípulos, hijos y nietos espirituales. Es imposible que una persona madura en las cosas del Señor, ocupado como debe estar en Su viña, pase inadvertida en la iglesia. Los ancianos son reconocidos naturalmente en la congregación. Pero notemos que un anciano puede gobernar mal. ¿Cuándo sucede esto? Cuando sus consejos provocan una disfunción en el funcionamiento de los miembros del cuerpo (la iglesia). Si gobiernan mal, no son dignos de doble honor, sino de una mayor condenación. (Lc. 20:46,47; Sant. 3:1)

b.      Los ancianos son dignos de doble honor: (1 Tim. 5:17) Claramente esta expresión está hablando de dinero. Basta leer el versículo 18 y compararlo con 1 Corintios 9: 9-14. Pablo está diciendo en 1 Timoteo 5:17,18 que todos los ancianos que gobiernan bien, son dignos de cobrar un sueldo honorífico o digno. Sin embargo establece una prioridad: “Mayormente los que trabajan en enseñar y predicar”. Enseñando con esto que no está mal que en la iglesia hayan varios ancianos, aunque no todos puedan trabajar tiempo completo en la obra, pues la iglesia no puede pagar un sueldo a todos.

c.       Al igual que los maestros, el anciano entiende que no se constituye a sí mismo: (Tito 1:5) Aunque un anciano espiritual se convierte en tal de manera natural, por su misma madurez sabrá que dicho “título” no puede ostentarlo en la iglesia hasta que la iglesia lo constituya como tal. Es por esto que pueden haber ancianos que gobiernan mal, pero ellos no serán constituidos por una iglesia espiritual. Debido a eso es que el Señor nos ha dejado algunas reglas al respecto:

                                                                i.      Reglas en cuanto a su gobierno en el hogar: (Tito 1:5,6; 1 Tim 3: 4,5) Quizás, uno de los requisitos más difíciles de obtener. Sólo es posible obtenerlo, cuando la imagen de Dios es restaurada en ese hombre, el cual, llegando a la madurez espiritual mediante un proceso supervisado por el Señor, obtiene el poder y los dones para cumplir con esa responsabilidad. (Ro. 11:29)

                                                              ii.      Reglas en cuanto al gobierno en la iglesia: (1 Tim. 3:1; Fil. 3:15,16; Sant. 1:17; 1 Pe. 5: 1-4) Notemos que “el obispado” hay que anhelarlo, si un anciano maduro en las cosas del Señor lo anhela, es sin duda porque el Señor lo está llamando. ¿Por qué? Porque “todo don perfecto y toda buena dádiva desciende de lo alto”. Porque todos los que somos perfectos (maduros)… “si otra cosa sentís, esto también os lo revelará el Señor.” ¿Es posible ser Anciano sin ser Obispo? Yo creo que sí. Ser un anciano/a es una etapa ineludible en el crecimiento espiritual de cualquier creyente, sin embargo, un Obispo es llamado por Dios y la iglesia a ocupar dicho cargo. Sin embargo, no se puede ser Obispo o Pastor sin llegar a ser un Anciano maduro en las cosas del Señor y, en dicho contexto es que debemos entender el siguiente pundo “d” de estas notas.

                                                            iii.      Reglas en cuanto a su carácter: (Tito 2:2) Al igual que en 1 Timoteo 3: 2-7, el anciano, tanto como el Pastor, debe tener un carácter que refleje el carácter de Cristo. Los requisitos son tan específicos en cuanto a esto, porque el Señor no quería que nadie incurriera en ninguna duda en cuanto a esto.

d.      En la iglesia, también debe haber lugar para las ancianas: (Tito 2:3-5) Notemos que ellas deben ser “maestras del bien” y deben enseñar a las mujeres jóvenes. Esto es mandado de dicha forma, para no contradecir la enseñanza de que la mujer no debe enseñar a los hombres ni ejercer dominio sobre los mismos. (1 Tim. 2: 12-15) y para no revertir el orden en el hogar ni en la iglesia. (Gn. 3:16; Tit 2:5; Efe. 5:22) sin embargo, no por esto debemos menospreciar el trabajo y lugar que el Señor les ha dado en la iglesia y en el liderazgo espiritual de la misma. (1 Cor. 9:5;  Ro. 16: 1-4)

e.       Un anciano sabe que ha sido constituido para servir: (Mt. 20:25-28) Llegar a ser un Anciano en la iglesia tiene muchos requisitos y por causa de la obra que realizan, son protegidos por el Señor mediante un trato diferencial con respecto al resto de los miembros de la iglesia (1 Tim. 5:19) En cierta forma, el es “el mayor entre sus hermanos” pero la manera que han de conducirse entre ellos, no será como el mundo lo hace, sino como Cristo lo hizo. (Jn. 13:13-17; Fil. 2:5-8).

 

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