La Opinión Independiente

Hechos En Los Hechos Que No Hay Que Dar Por Hecho (Primera Parte)

01.01.2010 19:12

 

Autor: Pastor H.H.Luisi

INTRODUCCIÓN

De todos los libros del Nuevo Testamento, el libro de Los Hechos De Los Apóstoles, es el único que se puede clasificar como histórico. También es el único que relata los comienzos del ministerio público de la iglesia de Jerusalén y la extensión del evangelio entre los gentiles. Igualmente, podemos afirmar que es el único libro que hace tanto hincapié sobre los hechos sobrenaturales, milagros y señales de los primeros tiempos de la iglesia.

Como un libro esencialmente de carácter histórico, como bien lo afirma su autor en Hechos 1:1; el libro de Los Hechos relata principalmente, los hechos de Pedro y especialmente de Pablo; pero no de todos los apóstoles. En línea general, el autor pretendió con este libro, escribir una continuación de “todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba ...” (Hechos 1: 1,2).

Los Hechos De Los Apóstoles es un libro que ha traído mucha confusión y ha generado la formación de muchas sectas, debido a malas interpretaciones y, en algunos casos, al mal uso deliberado que algunos líderes religiosos han dado a esta porción de la Palabra De Verdad. La Biblia nos advierte que “La suma de tu Palabra es verdad” (Sal. 119:160), y como tal, es que debemos tratar al libro de Hechos. El libro de Hechos es parte de la Palabra de Dios y debemos estudiarla en el contexto de toda la Biblia. Como veremos en este estudio, tanto el Antiguo Testamento como las epístolas del Nuevo Testamento, nos servirán de fundamento para establecer la correcta interpretación de los sucesos que aquí se describen. No tomaremos una porción de este libro y en base a la misma trataremos con argumentos lógicos de apoyar una práctica establecida, porque estamos convencidos que “La suma de tu Palabra es verdad”.

El título del estudio señala simplemente que no es intención del autor, hacer demasiado énfasis en cada aspecto del libro, sino solamente en aquellos eventos que han traído confusión religiosa e introducido en la iglesia, prácticas ajenas a la Palabra de Dios. La intención es que el estudiante de la Biblia, pueda valorar la importancia de los hechos históricos que aquí se relatan ya que proveen un trasfondo ideal para el estudio de las cartas Paulinas y la mayoría de las epístolas nuevotestamentarias; y, por sobre todo, que sepa darle el verdadero valor histórico que el libro se merece.

LA REGLA DE INTERPRETACIÓN QUE USAREMOS

Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de Verdad” (II Timoteo 2:15). Tales son las palabras que el Apóstol Pablo usa para advertir a Timoteo sobre el mal uso, intencionado o no, que se le puede dar a las Escrituras. Este mal uso de la Palabra de Dios se fue degenerando hasta los últimos días de la era apostólica, y es por este motivo, que el mismo Pedro se vio obligado a defender los escritos de Pablo cuando advirtió: “ ...y tened entendido que la paciencia del Señor es para salvación; como también vuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” (2ª Pe. 3:15,16)

Estoy convencido que la única y mejor regla de interpretación que podemos aplicar al estudio de la Palabra de Dios, para no ser obreros desaprobados por el mal uso de la misma; la encontramos en el Salmo 119: 160: “La suma de tu Palabra es verdad”. Sin duda que, dentro de esta regla general, podemos aplicar muchísimas otras reglas de interpretación relacionadas con la interpretación gramatical, histórica, cultural, etc. Pero estoy persuadido que solamente podemos estar seguros de que una práctica o doctrina será la correcta, cuando podamos defenderla en el amplio contexto de La Palabra de Verdad.

LA ESTRATEGIA DE SATANÁS

El apóstol Pablo no ignoraba las maquinaciones de Satanás (2ª Cor. 2:11), y vale la pena tenerlas en cuenta al comenzar este estudio, ya que nos alertará de no abandonarlo.

Sabemos que Satanás conoce las Escrituras mejor que nosotros, por el relato de la tentación de Cristo en Mateo 4: 1-11. En este mismo relato, podemos apreciar la forma en que el diablo trata de desvirtuar o mal aplicar las Escrituras, pero Cristo no pudo ser engañado. Necesitamos darnos cuenta que Cristo no fue engañado, porque conocía y usaba bien la Palabra de Verdad, y que nosotros debemos hacer lo mismo.

La Biblia enseña que un bebé en Cristo, es una persona que no está ejercitada en el discernimiento del bien y del mal (Heb. 5:14), pero en el mismo contexto de este versículo, podemos apreciar que los bebés en Cristo, pueden crecer deformados o simplemente no crecer, debido, no a la ignorancia, sino debido a no saber usar bien la Palabra de Verdad. “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de la Palabra de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la Palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Heb. 5: 11-14)

La persona que es un niño espiritual, es la persona que no tiene los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal, porque no ha usado la Palabra con este propósito, sino que aún sigue tomando de ella la “leche espiritual”, pero nunca a comido la carne o el “alimento sólido”. Este tipo de creyente, es el que la Biblia describe como un niño fluctuante llevado por cualquier viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error. (Efesios 4:14) Y yo he podido ver que la artimaña empleada por Satanás en nuestros tiempos, es precisamente el empleo del error. A través de este error y las “iglesias” que persisten en el mismo, Satanás se ha ocupado en mantener a los creyentes en un estado de total infantilismo espiritual. Si Satanás puede mantener a los creyentes sin crecer en las cosas de Dios mediante la ignorancia o mal empleo de la Biblia, entonces habrá ganado su estrategia. Entonces tendremos “iglesias” llenas de creyentes de “años” que no saben donde se encuentra el libro de Amós. O que cuando se les pregunta donde se encuentra el libro de Ezequías, contestan Antiguo Testamento (el libro de Ezequías no existe). No es de extrañar que estos creyentes sean fáciles presas de cualquier doctrina falsa y puedan ser manipulados en su buena fe, por cualquier persona que desviándose de la fe, se aparta a vana palabrería queriendo ser doctor de la ley sin entender ni lo que habla ni lo que afirma. (1ª Tim. 1: 5-7)

Entonces afirmamos que la estrategia que Satanás tratará de usar con usted, es mantenerlo en la ignorancia de la Palabra o convertirlo en un inexperto en el uso de la misma. Cabe entonces recordar la advertencia del Apóstol Pedro a todos aquellos que están siendo inducidos por el error: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracias y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amen.” (2ª Pe. 3: 17,18).


¿LA PROMESA O LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO?

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (Juan 15:26).

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” (Juan 16:13).

Cuando comenzamos a leer el libro de Los Hechos, lo que éste libro llama “la promesa del Padre” (Hch. 1:4,5), el subtítulo que antecede al capítulo dos, en la mayoría de las Biblias, lo llama “la venida del Espíritu Santo”. ¿Es esto así? ¿Podemos utilizar estos dos versículos (Jn 15:26; 16:13) para apoyar la doctrina que sostiene que la iglesia comenzó en el libro de los Hechos, porque una iglesia sin el Espíritu no es una iglesia?, ¿Podemos fiarnos de los subtítulos que aparecen en algunas Biblias?.

En primer lugar, los subtítulos que aparecen en algunas Biblias, no son inspirados. Fueron puestos como una forma de ayuda al estudiante, pero son falibles.

En segundo lugar, creo que cada afirmación de Cristo, es infalible. Es decir que está libre de error y, por lo tanto, aunque sea la única afirmación en toda la Biblia, debe usarse y enseñarse sin la necesidad de apoyarse en otros textos. Pero esto último, se debe hacer cuando dicha afirmación es la única y no hay material Bíblico para encontrarle otra explicación. Lo que NO sucede con estas dos afirmaciones en los versículos citados.

Es necesario hacer notar, que estos dos versículos están extraídos del discurso que Cristo da a sus discípulos la noche en que fue entregado. Este discurso abarca los capítulos 13, 14, 15, 16 y 17. Como podrán ver, tratar de extraer solamente dos versículos de un contexto que involucra 155 versículos en total, equivale a usar mal la Palabra de Verdad. Porque si bien es verdad que Cristo dijo: “Pero cuando venga el Consolador... “ y luego: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad ...” También hemos de decir junto a Cristo: “Escrito está también ...”

“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora CON vosotros, y estará EN vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (Juan 14: 15-18). Las negritas son mías. ¿Puede ver la diferencia entre “con” y “en”? Por lo que yo puedo entender, Cristo le está diciendo a sus discípulos, que el Espíritu está con ellos, pero todavía no está EN ellos. La pregunta es: ¿Cuando estaría en ellos?. La frase “en aquél día” (Juan 14:20) ¿A qué día se refiere?. Está claro que se refiere al día en que el Padre daría el Espíritu a los discípulos, pero... ¿Hay evidencia en las Escrituras de que ese día llegó antes del famoso día de Pentecostés? Yo creo que sí. Veamos lo que dice el Evangelio de Juan, capítulo 20, versículos 20 al 22: “Y cuando hubo dicho esto, le mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.” Por lo tanto, podemos afirmar que ese día, y no otro posterior, ellos recibieron el Espíritu Santo y, con el mismo, la capacidad prometida por Cristo en cuanto a esto: Consolación Divina (Jn 14: 16,17; 16:7); seguridad de la salvación (Jn. 14: 18-24; Ro. 8:16); capacidad para recordar las palabras de Cristo y aprender del Espíritu Santo (Jn. 14: 25-26); Paz que el mundo no conoce (Jn. 14:27); guía para conocer la verdad (Jn. 16:13); Capacidad para glorificar a Cristo (Jn. 16:14). Vasta leer el primer capítulo del libro de los Hechos para darse cuenta de que todas estas cosas ellos ya la poseían. Si no creemos que los discípulos ya tenían morando EN ellos al Espíritu Santo, entonces debemos descalificar el discurso de Pedro antes de ese día y las actuaciones de la iglesia al elegir un sucesor de Judas, por no estar guiadas por el Espíritu Santo. Pero la verdad es que no podemos descalificar algo que las propias Escrituras no lo hacen.

Hechos 1:4, dice que los discípulos esperaban la promesa del Padre. Qué mejor que consultar con el mismo escritor del libro para ver en qué consistía esa promesa: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aun con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento (que es lo que pasaría cuando el Espíritu morase en ellos -I Cor. 2: 12-16)) para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. he aquí yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” (Lucas 24: 44 - 49)

Entonces, por lo que podemos apreciar en estos pasajes, lo que pasó en Hechos 2, no es que el Espíritu Santo vino, sino que los presentes ese día, fueron “investidos de poder desde lo alto”. La pregunta es: ¿Poder para qué?. Si ustedes prestan atención a Hechos 1:6-8, especialmente el versículo ocho y también a los versículos citados en Lucas, se darán cuenta que “la promesa” está relacionada con lo que llamamos “la gran comisión”, o la orden de ir y predicar el evangelio a toda criatura. Recordemos ahora las palabras de Cristo la noche que fue entregado, relacionadas con el ministerio del Espíritu Santo entre los incrédulos: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia, y de juicio. De pecado por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” (Jn. 16:8-11)

Es obvio, al repasar la reacción de la gente el día de Pentecostés (Hch. 2:37), que recién ese día las personas se arrepintieron en masa. Sus corazones se compungieron y en un solo día 3000 se bautizaron. El Espíritu Santo había comenzado a obrar en los corazones de los pecadores convenciéndolos de pecado, de justicia y de juicio. Ahora la iglesia poseía el poder para testificar.

En cuanto a que la iglesia comenzó ese día, podemos afirmar que eso no pudo suceder, porque la iglesia obviamente ya había comenzado. Como vimos, ya poseía la guía del Espíritu Santo, por lo que leemos en Hechos 1, ya estaba organizada. Por lo que leemos en Mateo 16:18, su fundador fue Cristo y según Mateo 18 al 19:14, ya contaba con estatutos básicos. Por lo menos la frase “dilo a la iglesia” de Mateo 18:17, nos hace ver que la iglesia ya existía. por lo menos para Cristo. Podríamos citar muchísimos hechos que muestran que la iglesia ya había sido organizada por el Señor antes de que Cristo ascendiera al Padre, pero para estos fines, hasta aquí creo que la pregunta ha sido ampliamente contestada. NO VINO EL ESPÍRITU SANTO. Sino que los presentes fueron investidos de poder desde lo alto. Poder para testificar hasta lo último de la tierra. El Espíritu Santo, ya se encontraba morando en los corazones de los creyentes que formaban la iglesia, y comenzaba a trabajar en el mundo.

(Fin, Primera Parte)

 

 

Volver

Buscar en el sitio

© 2010 Todos los derechos reservados.